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Los refugios climáticos son espacios públicos que han surgido como una de las soluciones para afrontar la amenaza creciente del calentamiento global y las olas de calor y frío.
En estos espacios surgidos para combatir el “efecto isla” en las ciudades, los árboles, plantas y mobiliario cómodo se unen para ofrecer un respiro a todas las personas que lo necesiten, sobre todo a las más vulnerables.
Si quieres seguir descubriendo qué son los refugios climáticos, cuáles son sus características y algunos ejemplos reales, te invitamos a seguir leyendo este artículo.
Un refugio climático es un espacio público interior o exterior, que proporciona una protección térmica a la población durante episodios de temperaturas extremas, especialmente para las personas más vulnerables (como mayores de 75 años, bebés, o personas con pocos recursos). Asimismo, también se convierten en espacios de encuentro transformadores para las ciudades.
El concepto de refugio climático surge en 2022 en proyectos de innovación urbana que exploran la necesidad de aportar soluciones a la crisis climática que enfrenta el planeta, con especial atención a las ciudades víctimas del “efecto isla de calor”, frente a los emplazamientos rurales. Sin embargo, en su versión interior, también han de proporcionar espacios de protección frente al frío.
Atendiendo a las características principales que establece la Red Española de Ciudades por el Clima, este tipo de espacios deben proporcionar áreas de descanso, ofrecer agua gratuita y ser seguras.
Cuando se trata de parques urbanos y otras zonas exteriores, deben contar con un índice de vegetación de diferencia normalizada (NDVI) superior a 0,4, una cifra que indica una buena densidad.
Los refugios climáticos son espacios diseñados para que las personas puedan resguardarse en ellos del calor o frío extremos. Deben reunir las siguientes características básicas: ser gratuitos, seguros, accesibles e inclusivos.
Asimismo, más allá del confort térmico, es importante que fomenten la convivencia, que se conviertan en lugares donde las personas puedan encontrarse, conectar con los demás, descansar, compartir y reconectar con la naturaleza.
Para poder cumplir con su función, estos refugios deben seguir los principios de la arquitectura bioclimática, un método de construcción basado en la eficiencia energética, el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y las energías renovables.
Por ello, deben construirse valorando factores como la sombra, ventilación y vegetación, y combinarlo con recursos como el agua potable, zonas de descanso, acceso universal y buena señalización.
Solo así, fomentando una respuesta social coordinada, los refugios climáticos pueden convertirse en oasis urbanos con un impacto real en la vida de las personas, tal y como defiende el estudio realizado por Amorim-Maia y colaboradores publicado en la revista Landscape and Urban Planning (2023).
Veamos a continuación algunos ejemplos de los 2 tipos principales de refugios climáticos: los interiores y los exteriores.
Son espacios cubiertos (como bibliotecas, centros cívicos, museos, mercados, etc.) que proporcionan temperaturas reguladas: 27 °C en verano y 19 °C en invierno.
Deben abrir todo el año y garantizar una accesibilidad universal, confort y agua potable, y todo ello debe ser gratuito.
Los espacios de protección al aire libre pueden ser parques, jardines, equipamientos deportivos con mucha vegetación, fuentes y mobiliario urbano.
Pueden estar sometidos a temporalidad, es decir, que se activen en verano únicamente, por ejemplo. Su propuesta es la de ofrecer una buena calidad ambiental, proteger la biodiversidad y potenciar la reconexión con la naturaleza.
En España ya tenemos ejemplos de redes de refugios climáticos interiores y exteriores en diferentes ciudades:
A pesar de todo este despliegue, la cobertura y efectividad de estos espacios sigue siendo insuficiente en la mayoría del país, según recalcan asociaciones como Greenpeace.
El primer beneficio es la protección, sobre todo para las personas vulnerables, en episodios de calor o frío extremos.
Estos espacios reducen los riesgos asociados a golpes de calor, como la deshidratación y el estrés térmico, por lo que ayudan a mejorar la calidad de vida de las personas que los utilizan.
De acuerdo con las conclusiones que se pueden extraer de diversas investigaciones, entre las que se encuentran el estudio anteriormente citado, las personas prefieren espacios verdes y multifuncionales, donde además de acceder a un confort térmico y a un espacio seguro, puedan descansar y participar en actividades culturales y de intercambio.
Así las cosas, estas propuestas se convierten en una herramienta inclusiva, orientada al ciudadano, reforzando la resiliencia comunitaria.
Estos espacios promueven el aprovechamiento de espacios culturales como museos, teatros, museos y otros centros, que ofrecen a sus usuarios actividades recreativas y educativas.
En ese orden de cosas, también participan en la generación de conciencia sobre el cambio climático y la importancia de la adaptación.
Otro de los valores que impulsan estos lugares climáticos es la sostenibilidad, mediante la utilización de soluciones basadas en la naturaleza entre las que se encuentran la incorporación y protección de la vegetación autóctona, así como materiales sostenibles.
Además, reducen la necesidad de realizar nuevas construcciones, pues utilizan espacios existentes, como hemos visto a lo largo de los diferentes ejemplos expuestos.
Para que puedas aprovechar al máximo todo lo que te proponen estos espacios y puedas, también, apoyar su proliferación creando uno, ten presente estos consejos:
Los refugios climáticos no son únicamente espacios en los que refugiarse, son núcleos vivos de transformación de las ciudades que cuidan la salud de las personas, fomentan la participación social y nos acercan a un mundo más sostenible.
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