
Un mantenimiento adecuado de la aerotermia ayuda a prevenir averías y reduce tu consumo. Incluye limpieza, control de presiones y diagnóstico energético.
Un sistema HVAC va más allá de un sistema de climatización, pues además de ofrecer calefacción y aire acondicionado, proporciona ventilación para convertir cualquier espacio interior en un entorno confortable y saludable.
Una de las ventajas que ofrece es su compatibilidad con tecnologías de climatización eficientes como la aerotermia o con fuentes de alimentación renovables como la energía solar.
Si quieres descubrir qué es un sistema HVAC, cómo funciona y qué tipos de instalación existen, este artículo va a ser de tu interés.
Un sistema HVAC es una tecnología de climatización que proporciona calefacción, aire acondicionado y ventilación a cualquier espacio creando ambientes tan confortables como saludables.
Se trata de soluciones de tratamiento, control y mejora del aire para que los espacios cuenten con las condiciones de temperatura, humedad, pureza adecuadas.
El significado del sistema HVAC se explica por sí solo a través de su acrónimo:
H de heating (calefacción). Mantiene estable la temperatura ambiente y la humedad relativa mediante el recalentamiento del aire.
V de ventilation (ventilación). Renueva el aire, favoreciendo la recirculación y evita la concentración de gases nocivos en el interior.
CA de air conditioning (aire acondicionado). Enfría el aire y elimina impurezas y contaminantes gracias a los filtros que contiene.
Cuando se le añade la refrigeración comercial o industrial a estos sistemas, hablamos de HVAC-R que suelen utilizarse para la conservación de productos farmacéuticos, alimentos y otros materiales que deban permanecer a una temperatura ideal constante.
El aire acondicionado es un sistema que enfría y deshumidifica espacios cerrados. Solo es una parte de las funciones que puede asumir un sistema HVAC de calefacción y ventilación.
Mientras el aire acondicionado solo enfría, el HVAC ofrece un sistema de control integral del clima interior.
El funcionamiento de un sistema HVAC comienza en el termostato y los dispositivos de control que detectan si las condiciones de un espacio responden o no a los parámetros programados.
Según el caso, el sistema va a activar la calefacción o el aire acondicionado. El aire llega a cada espacio a la temperatura adecuada.
Al mismo tiempo, el mecanismo absorbe el aire interior hasta el recuperador de energía y lo pasa por los filtros para purificarlo.
Para entender con mayor precisión cómo funciona un sistema HVAC vemos oportuno abordar cada una de sus funciones por separado.
Un sistema HVAC utiliza para funcionar un horno, caldera o bomba de calor y como fuente de energía puede utilizar electricidad, gas natural o aceite.
La forma de distribución del aire es por medio de conductos, sistemas de aire forzado, por radiadores o suelo radiante de agua en el caso de instalaciones de calefacción hidráulica.
El compresor es el encargado de bombear refrigerante a través de un circuito cerrado. Este líquido absorbe el calor del aire que proviene del interior por efecto del evaporador.
A continuación, el calor es expulsado al exterior gracias al condensador y el aire frío se distribuye por los conductos.
Esta función se centra en renovar el aire interior para procurar una buena calidad constante. Su funcionamiento es sencillo: entra el aire fresco desde el exterior, y se extrae el aire viciado del interior, pasándolo por los filtros que están preparados para eliminar polvo, alérgenos, partículas, etc.
Finalmente, el aire limpio es enviado al interior de las habitaciones a través de un sistema de conductos por acción de ventiladores.
Este sistema puede incluir intercambiadores de calor o recuperadores de energía que mejoran su eficiencia energética.
El HVAC puede utilizarse para reciclar el aire interior sin necesidad de absorber aire del exterior como ocurre en la ventilación. De esta manera, el aire interior es absorbido, filtrado, puede ser calentado o enfriado según el caso, e impulsado de nuevo a los espacios.
Se trata de uno de sus componentes esenciales, pues monitorean toda la instalación.
Cuentan con un termostato, controladores de zona, sensores de temperatura y humedad, así como válvulas de control manual que permiten regular el flujo de agua fría y caliente.
Pueden incluir un controlador de la demanda para ajustar el uso del HVAC al consumo eléctrico del edificio o inmueble en cada momento y evitar picos, algo crucial para ahorrar en el consumo.
Estos sistemas de climatización son verdaderamente versátiles por los muchos modelos, diseños y configuración que ofrecen.
Los hay tipo ventana para espacios pequeños o tipo split con uno o varios elementos que no necesita conductos aunque se pueden añadir, o soluciones centralizadas, ideales para mantener las mismas condiciones en todos los espacios.
Más allá de estas posibilidades, queremos detenernos en las siguientes.
Los sistemas multisplit VRF (del inglés Variable Refrigerant Flow) o flujo de refrigerante variable calientan o enfrían los espacios de manera independiente gracias a las válvulas de zona.
Se instala en espacios grandes abiertos como oficinas, restaurantes o cines, por ejemplo.
Es un sistema de refrigeración tipo ventana, pero grande y más completo, para enfriar varios espacios de manera independiente.
Suele ser muy común en hoteles, moteles, en habitaciones o áreas privadas de clínicas, hospitales u oficinas pequeñas.
Son específicos de espacios en los que es indispensable mantener una temperatura constante como laboratorios farmacéuticos. Pueden climatizar el aire tomándolo del exterior o recirculando el interior.
A la hora de elegir un sistema HVAC es preciso que consideres lo siguiente:
Define tus necesidades reales y realiza un estudio previo del espacio de que dispongas y la posibilidad o no de instalar un sistema de distribución u otro.
Comprueba el consumo energético del sistema que elijas y en su etiquetado energético.
Fíjate en el mantenimiento y limpieza de filtros que necesita el equipo.
Verifica si puedes beneficiarte de ayudas y subvenciones para la eficiencia energética de edificios.
Asegúrate de cumplir con las normativas españolas del Código Técnico de la Edificación (CTE) y el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE).
Para aumentar el éxito en la selección y dimensionamiento adecuado de la instalación es recomendable que busques asesoramiento profesional.
Para hacer un recapitulativo a modo de conclusión, hemos recopilado en la siguiente enumeración los beneficios de un sistema HVAC:
Solución integral de gestión de la calidad del aire.
Mejora del confort térmico y del bienestar en los espacios
Reducción de hongos y bacterias gracias al control de la humedad.
Ahorro energético al combinarlo con tecnologías como la aerotermia o instalaciones de autoconsumo fotovoltaico.
Reducción de las emisiones de CO2 en inmuebles.
Gran variedad de aplicaciones en viviendas, hospitales, centros comerciales, instalaciones industriales, etc.
Facilidad para cumplir con las normativas de ventilación aplicables.
Posibilidad de conectividad con sistemas de domótica.
En definitiva, un sistema HVAC correctamente diseñado no solo garantiza el confort térmico y la calidad del aire, sino que también optimiza la eficiencia energética de los edificios.
Un mantenimiento adecuado de la aerotermia ayuda a prevenir averías y reduce tu consumo. Incluye limpieza, control de presiones y diagnóstico energético.