
Los vampiros eléctricos existen y consumen electricidad aún cuando no están funcionando. Hay soluciones como los enchufes inteligentes o la domótica.
El suelo radiante eléctrico o por agua es un sistema innovador que permite disfrutar de un calor confortable y saludable en el hogar.
Tanto a través de mallas eléctricas como de tubos de agua bajo el suelo, el calor se distribuye de manera homogénea garantizando una temperatura muy agradable.
En este artículo te vamos a proporcionar todos los elementos que necesitas para poder elegir entre uno u otro sistema abordando factores como su funcionamiento, consumo, precio de instalación y eficiencia.
El primer paso para poder determinar qué tipo de suelo radiante te conviene más, es conocer cómo funcionan estos dos sistemas de climatización que se instalan bajo el suelo, concretamente entre la solera de cemento y los paneles aislantes sobre las que se colocan las baldosas.
El suelo radiante por agua o hidráulico transporta agua que calienta una caldera de gas o bomba de calor gracias a una red de tuberías de plástico flexible que forman un circuito cerrado.
Se trata de un sistema eficiente, perfecto para grandes espacios y versátil, al proporcionar calefacción en invierno y refrigeración en verano.
Este tipo de suelo radiante tarda más en calentar las estancias, pero resulta más eficiente si lo comparamos con el eléctrico.
El suelo radiante eléctrico proporciona calor mediante cables, hilos, mallas o láminas que se calientan cuando pasa corriente eléctrica por ellos. En otras palabras, podemos hablar de cables calefactores que funcionan como resistencias eléctricas.
Resulta ideal para pequeños espacios porque su consumo puede ser más elevado que el suelo radiante por agua, pero no requiere de una caldera o suministro de fas para funcionar y puede instalarse por áreas.
En los puntos sucesivos vamos a seguir profundizando en las diferencias entre el suelo radiante eléctrico y de agua abordando 5 elementos que los diferencian.
La principal diferencia entre ambos sistemas de calefacción por suelo radiante es la fuente de energía utilizada.
Mientras que el suelo radiante eléctrico utiliza electricidad, como su nombre indica, el suelo radiante por agua utiliza agua caliente.
Para calentarla puedes instalar una caldera de gas (de gas natural o propano, por ejemplo), pero también una bomba de calor combinada con tecnologías como la aerotermia (que aprovecha la temperatura del aire) o la geotermia (que se sirve del calor de la tierra).
Como ocurre con cualquier sistema de climatización en las viviendas, el consumo del suelo radiante depende de múltiples factores como el aislamiento térmico de la vivienda, su tamaño, las personas que habiten en ella, la zona climática en la que se encuentre y tus hábitos de consumo.
Para que te hagas una idea, el consumo medio de este tipo de instalación según las empresas instaladoras consultadas oscila entre los 60 vatios (W) y los 120 W por metro cuadrado.
El suelo radiante hidráulico ofrece un consumo inferior, sobre todo si calientas el agua por gas natural con una caldera de condensación, ya que ofrece un poder calorífico elevado.
En cuanto a la instalación, la balanza se inclina a favor del suelo radiante eléctrico, puesto que pueden instalarse y ponerse en funcionamiento en cuestión de horas.
Evidentemente, va a depender de factores como la extensión de la superficie y de si vas a aprovechar que levantas el suelo para mejorar su aislamiento térmico (algo recomendable por confort y para reducir las pérdidas de calor, reduciendo el consumo), pero si lo comparamos al hidráulico, es más sencillo.
Ten presente que el suelo radiante por agua requiere de la instalación de una bomba de calor o de algún tipo de caldera.
El precio de un suelo radiante eléctrico puede ser algo más económico que el hidráulico, principalmente porque su instalación es más sencilla al no necesitar colocar tuberías.
Sin embargo, en ambos casos, la inversión es superior a la de instalar radiadores, por ejemplo, aunque queda compensada por el confort que proporcionan y su eficiencia energética.
Volviendo a la comparación que nos ocupa y a la información transmitida por empresas instaladoras, el suelo radiante eléctrico puede tener un precio de entre 40 € y 50 € el metro cuadrado, frente a un rango de entre 40 € y 55 € para el suelo radiante por agua.
El precio aumenta en caso de que desees un suelo radiante por agua frío/calor, aunque, pensando a largo plazo, tener este tipo de instalaciones incrementa el valor de tu vivienda.
Nuestra recomendación es que solicites varios presupuestos para que puedas elegir el que mejor responde a tus necesidades y presupuesto.
El suelo radiante eléctrico resulta más fácil de mantener y calienta más rápidamente, pero su consumo energético es más elevado. Esto puede traducirse por un mayor costo a largo plazo y un mayor impacto ambiental.
Sin embargo, puedes equilibrar este gasto con una buena tarifa de luz, asegurándote de que tu suministradora te proporcione electricidad verde, es decir, que provenga de fuentes renovables.
El suelo radiante por agua es más eficiente energéticamente hablando y para impulsar su sostenibilidad puedes alimentarlo con energías renovables como la aerotermia, la geotermia o la biomasa.
A modo de conclusión, para que puedas elegir el mejor suelo radiante para ti, te hemos preparado una tabla que recoge los aspectos más significativos en los que es recomendable que te fijes:
Criterios a considerar |
Suelo radiante eléctrico |
Suelo radiante por agua |
---|---|---|
Instalación |
Más sencilla, rápida y económica. |
Requiere mayor inversión inicial. |
Espacio |
No necesita prever espacio para una caldera o bomba de calor. |
Necesita un espacio complementario para la fuente de energía utilizada para calentar el agua. |
Mantenimiento |
Mínimo, puede ser suficiente con una revisión anual. |
Medio, pues puede requerir una purga anual, además de tener que prever las revisiones de gas obligatorias si optas por ese tipo de caldera. |
Control de temperatura |
Ambas opciones permiten zonificar la vivienda. |
|
Respuesta térmica y confort térmico |
Se calienta rápido para ofrecer un confort casi inmediato. En contrapartida se enfría en cuanto se apaga. |
Mantiene una temperatura constante, pero tarda más en calentarse. Conserva el calor al apagarse. |
Ruido |
Es un sistema silencioso. |
Puede generar ruidos debidos a la circulación del agua o de aire en el circuito (como ocurre con los radiadores). |
Compatibilidad con energías renovables |
Puede ser alimentado por una instalación de autoconsumo fotovoltaico. |
Puede combinarse con energías renovables como aerotermia, geotermia o energía solar térmica. |
Consumo energético y coste de funcionamiento |
Mayor consumo energético que incrementa la factura de luz, aunque puede compensarse con una tarifa eléctrica óptima. |
Menor consumo energético y mayor eficiencia a largo plazo. |
Espacio |
Más indicado para espacios pequeños o remodelaciones puntuales. |
Resulta una buena opción para alcanzar una temperatura ideal en espacios amplios. |
En lo que respecta a estos sistemas puedes valorar también otras opciones como el techo radiante que pueden combinarse con un sistema de distribución del calor con radiadores de bajo consumo, por ejemplo.
Los vampiros eléctricos existen y consumen electricidad aún cuando no están funcionando. Hay soluciones como los enchufes inteligentes o la domótica.
Las ventajas del coche eléctrico son medioambientales, técnicas y fiscales y refuerzan la movilidad sostenible, clave en el Pacto Verde Europeo.
El vehículo híbrido enchufable combina un motor de combustión con otro eléctrico con los que potencia el ahorro en consumo y la movilidad sostenible.