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La normativa de instalación de calderas de gas en viviendas persigue varios objetivos para garantizar la seguridad, eficiencia energética y sostenibilidad de los hogares españoles.
Entre los cambios más recientes destacan el impulso de la instalación de calderas de condensación y la necesidad de contar con el certificado RITE (Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios) de calderas para asegurar el cumplimiento de los requisitos técnicos y legales.
En este artículo vamos a explicarte en detalle la normativa vigente, y cómo te afecta como propietario.
La norma básica que establece las directrices y requisitos que debe cumplir la instalación de calderas, así como sistemas de calefacción y climatización, y Agua Caliente Sanitaria (ACS) es el Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE).
Este documento recoge las exigencias en materia de seguridad y eficiencia térmica, quién debe realizar las revisiones y con qué cadencia, cómo diseñar y dimensionar los equipos, y los procedimientos para acreditar que cumplen con la normativa.
Junto con la norma anteriormente citada centrada en conseguir un uso racional de la energía, es preciso considerar la normativa específica que puede establecer cada Comunidad Autónoma (CC. AA.).
El Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE) fue aprobado por el Real Decreto 1027/2007 y posteriormente ha sido objeto de dos actualizaciones principales:
Así las cosas, el RITE establece actualmente exigencias de eficiencia energética como las siguientes:
Asimismo, para acreditar que una instalación cumple con la normativa para la instalación de calderas de gas debe contar con el certificado RITE.
El certificado RITE de calderas y de equipos térmicos consta de 3 áreas de actuación:
En virtud de la normativa vigente, las calderas que se fomentan son las calderas de condensación al ser más eficientes porque recuperan el calor latente y necesitan consumir menos combustible. Trabajan a temperaturas inferiores y emiten menos gases contaminantes.
Las calderas que quedan prohibidas son las calderas de tipo B de hasta 70 kW, salvo que cumplan con los requisitos establecidos para las salas de máquinas.
Además, las calderas deben cumplir con los límites estipulados de las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) para cumplir con los compromisos medioambientales de la mejora del aire.
Así pues, se pueden instalar calderas de bajo NOx, pero deben cumplir con la Directiva Europea sobre diseño ecológico (ErP) que establece requisitos de eficiencia y sostenibilidad para calderas, pero también para otros sistemas de climatización como bombas de calor o ventiladores.
En cualquier caso, las calderas que se instalen en las viviendas deben ser estancas, es decir, que deben extraer el oxígeno necesario para realizar su combustión del exterior, en vez del interior como hacían las atmosféricas.
El reglamento RITE desarrolla igualmente los requisitos que deben cumplir las calderas comunitarias e industriales en materia de eficiencia energética y seguridad, además de promover la descarbonización en pos de energías renovables.
Por ejemplo, este tipo de equipos debe cumplir con límites de emisiones y rendimientos mínimos en virtud de las directivas europeas.
En ese mismo orden de cosas, los sistemas térmicos que cuenten con una potencial nominal de más de 70 kW deben contar con sistemas de regulación automática destinados a optimizar el consumo de energía.
También resulta obligatorio contar con un Libro del Edificio que registre el historial de certificaciones de eficiencia, revisiones y reparaciones de las instalaciones térmicas.
Antes de concluir nuestro artículo queremos abordar una cuestión que preocupa a los consumidores y que ha suscitado cierta polémica: la prohibición de las calderas de gas.
La Directiva de Eficiencia Energética de Edificios (EPBD), recogida en la Directiva Europea 2024/1275 establece las medidas que han de adoptarse para reducir las emisiones de gases invernadero y mejorar la eficiencia energética en el sector de la construcción. Todas ellas van encaminadas a alcanzar los objetivos para la descarbonización establecidos por Europa para los años 2030 y 2050.
Esto se traduce por un movimiento de sustitución de las calderas independientes alimentadas por combustibles fósiles, y el consecuente impulso de sistemas de calefacción sostenibles que utilicen energías renovables, aunque no explicita que se prohíban las calderas de gas.
Aún es más, el gas natural es una de las energías puente estratégicas para lograr la transición energética. De hecho, en el documento anteriormente citado se promueve la posible combinación de sistemas híbridos que contengan un alto porcentaje de energía renovable de calderas con energía solar térmica, aerotermia y bombas de calor, por ejemplo.
Es importante señalar que las calderas de gas van a poder beneficiarse de los avances en cuanto a la investigación de desarrollo de nuevos gases renovables como el biometano y el hidrógeno verde. Algunas de ellas, como las calderas de condensación, ya están preparadas para funcionar con biogases.
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