Pararrayos

De forma concisa, el pararrayos es un instrumento metálico diseñado para proteger en situaciones de tormenta con componente eléctrico. 

¿Qué es un pararrayos?

Un pararrayos es un dispositivo metálico cuyo objetivo es atraer los rayos provocados por una tormenta y desviarlos para que descarguen sobre la tierra, evitando así la posibilidad de que puedan caer sobre personas o edificios provocando accidentes o desperfectos.

Los rayos son potentes descargas de electricidad que se producen durante las tormentas eléctricas y que pueden alcanzar una potencia de varios millones de voltios, resultando en un peligro importante para los seres humanos, así como para animales o cualquier infraestructura que no esté protegida contra sus efectos. Además, pueden alcanzar una temperatura de hasta 20.000 grados, por lo que representan un riesgo de incendio si caen cerca de materiales o estructuras inflamables.

Se considera que la primera persona que presentó un proyecto funcional de pararrayos fue el político y científico estadounidense Benjamin Franklin, quien en 1752 propuso utilizar un sistema basado en la colocación de varillas metálicas sobre los techos de los edificios para protegerlos de los efectos de los rayos.  

En España, las características que deben tener los pararrayos, así como su instalación, están reguladas por el Código Técnico de la Edificación (CTE), que establece las condiciones que deben cumplir los edificios para instalar un sistema de protección contra rayos.

Pararrayos

¿Cómo funciona un pararrayos?

Una vez explicado en detalle qué es un pararrayos, seguro que te estás preguntando cómo funcionan exactamente. Lo cierto es que se trata de un proceso más sencillo de lo que parece.

Normalmente, los pararrayos están compuestos por tres elementos principales:

  1. Un electrodo captador, compuesto por un cuerpo metálico y una punta, cuyo objetivo es atraer hacia sí la descarga del rayo. 

  2. Un cable, que se encargará de conducir la energía eléctrica recibida por el electrodo captador.

  3. Una toma de tierra, en la que desemboca el cable conductor y que recibe la corriente que ha sido desviada.

Para cumplir su función con garantías, los pararrayos deben colocarse siempre en la parte superior de los edificios o estructuras que deben proteger.

Al tratarse de objetos metálicos, los sistemas captadores de los pararrayos conducen la electricidad generada por el rayo y la desvían hacia la tierra a través del cable. 

De esta forma, evitan que la estructura o el edificio que protegen sufra daños debido a las altas temperaturas que pueden llegar a provocar este tipo de descargas eléctricas.

 Tipos de pararrayos

Existen varios tipos de pararrayos dependiendo de su estructura y funcionamiento, y a su vez, estos pueden dividirse en dos grandes grupos: pararrayos pasivos y pararrayos activos.

Pararrayos pasivos

Este tipo representa una evolución de los primeros prototipos diseñados por Benjamin Franklin, y no realizan ninguna acción en particular mientras tiene lugar la tormenta eléctrica. En su lugar, basan su eficacia en la colocación de la punta metálica del captador y en los procesos que se generan durante la tormenta. 

La carga eléctrica positiva se vale de la toma de tierra para ascender hasta la punta del pararrayos, que al estar situada a gran altura se convierte en un punto preferente para la descarga eléctrica y reduce las posibilidades de que esta se produzca en otro punto de la estructura. 

Los sistemas de mallas captadoras, consistentes en una red metálica conectada a tierra que recubre la estructura para distribuir la descarga del rayo y reducir su impacto, también se engloban en este grupo.  

Pararrayos activos

Los pararrayos activos o pararrayos con dispositivo de cebado (PDC), al contrario que los modelos activos, tienen la función de anticiparse a los efectos provocados por la descarga del rayo. 

Para ello, cuentan con un sistema de ionización que se activa a través del campo electromagnético de la tormenta y le permite ofrecer un radio de protección más amplio que el de los pararrayos pasivos. 

Al descargar, el rayo es atraído directamente hacia la zona de protección del pararrayos y desviado hacia la tierra de forma segura. 

Este tipo de pararrayos es el más utilizado actualmente y ofrece varias ventajas respecto a los pararrayos pasivos, ya que el sistema de ionización no pierde eficacia con el paso del tiempo y además amplían notablemente la zona protegida, manteniendo segura no solo la estructura sobre la que están instalados, sino también sus alrededores y las estructuras adyacentes.

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